En el segundo centenario del nacimiento del periodista Mariano José de Larra, todo amante de la libertad y al justicia, ha de sentirse obligado a realizar una breve reseña, y para enlazarlo con los tiempos actuales, nada mejor que acudir al estilo de las Vidas Paralelas de Plutarco y apreciar cierta similitud entre el periodista romántico y el administrativista Alejandro Nieto.
1. Así, de ambos puede predicarse destreza con la pluma, fecundidad intelectual, liderazgo, capacidad de análisis, profundidad crítica, ironía aguda, valentía al diagnosticar los males de la Administración y del gobierno, fusión del idealismo de D.Quijote y la sensatez prudente de Sancho, amargura combativa, y como final parejo, el periodista acabó zarandeado por críticas burguesas ( lamentablemente por mano propia a los 28 años), mientras el insigne Catedrático tras su jubilación se ha visto sometido al cobarde desdén de políticos y juristas a los que no les gustan las verdades.
2. Por eso, a modo de rápido homenaje a ambos, y sin perder el hilo del Derecho Público que inspira este blog, Sevach les propone un sencillo acertijo. Intenten averiguar cual de los dos personajes dijo cada una de las siguientes frases: el periodista del siglo XIX (D.Mariano José) o el Catedrático del Siglo XX (D.Alejandro).
- «El que escribe un informe escribe para sí; la prueba es que generalmente se pide un informe después de tomada la determinación, y cuando el informe no gusta, se desecha».
- « Un novio no ve el logro de su esperanza; ese novio es el pueblo español; no se casa con un solo Gobierno con el que tenga que reñir al día siguiente. Es el matrimonio repetido al infinito».
- « El mundo no es más que una grande asociación de ladrones: ladrones decentes, ladrones vulgares. Esa es la única diferencia. En este pícaro suelo de preocupaciones no es crimen el robo, sino en cuanto es robo por necesidad; que quien roba por pasatiempo y por gusto nada tiene que temer. Así que el gran problema para prosperar es éste: robar uno más que le roban».
- « Los magistrados de arriba se apuñalan entre ellos y se envenenan con la misma ferocidad que los cardenales en un cónclave renacentista y consideran que el instruir bien un sumario o estudiar con cuidado unos autos es tarea de mediocres y de jueces pardillos que no saldrán nunca de su aldea. Mal ejemplo para los que empiezan, desencanto de ilusionados, feria general de vanidades y negocios., templos de Justicia profanados sin un Jesús que expulse con látigo a los mercaderes Impíos».
- « El Gobierno es el primer interesado en que la corrupción no sea perseguida y sus motivos tiene: porque si la corrupción, por definición, está cometida por quienes ocupan el poder, habría de terminar respondiendo él y, por ende, es inevitable que cabalmente desde el Poder se intente ocultarla y, llegado el caso, esquivar el castigo. Si el Gobierno actuase con energía, terminaría cortando su propia carne: lo que no hará nunca»
- « La metamorfosis del gusano en mariposa tiene su reflejo en la evolución de la negativa opinión del ciudadano sobre la burocracia que mantiene cuando es simple ciudadano y su conversión en ardorosa defensa que practica si alcanza la condición de funcionario».
Seguro que lo han adivinado. Las tres primeras opiniones pertenecen al periodista. La cuarta y quinta al Catedrático de Derecho Administrativo. Y la última, para despistar, a Sevach.
3. En fin, para terminar hay que recomendar vivamente el magnífico discurso del profesor Alejandro Nieto con ocasión de su investidura como doctor honoris causa de la Universidad Carlos III en el Curso 95/96, y que tiene gran actualidad pues el enfermo que diagnosticó crudamente entonces (el Derecho y la Justicia) no ha mejorado hoy día. Para muestra saboreemos un fragmento del discurso del Maestro:
« Pues si esto es así, hora es ya de dejarnos de hipocresías e importa llamar a las cosas por su nombre. Porque si fuera verdad que las leyes ordenan la sociedad y resuelven los conflictos y que los juristas se limitan a interpretarlas, todos -o al menos la mitad justa- deberían ser suspendidos por ignorantes o castigados por su mala fe, dado que no hay dos abogados que, ante el misma casó, opinen lo mismo ni dos jueces que dicten igual sentencia. Hora es de dejar de burlamos de los ciudadanos y de engañar a los estudiantes. Porque no se trata de ignorancia o de mala sino de algo más grave, a saber, que ni las leyes ordenan la sociedad ni resuelven los conflictos sino que, a todo lo más, son directrices, puntos de referencia que el legislador pone en manos de los funcionarios y de los jueces, a sabiendas de que sólo muy parcialmente van a aplicarlas y que lo decisivo será siempre no la voluntad del legislador sino el criterio personal del operador».
Si lo dicho sabe a poco, el discurso completo puede disfrutarse aquí.